No es por saber la edad a la que voy a morir, ni por querer hacer creer a todo el mundo que veo el futuro. Me mostraron el número de una forma silenciosa y aplastante. La presencia a la que le juraba estar listo para ver se despegó de la no acción para hacerlo aparecer y de esa forma hacerme sentir el terror.
Puedo rescatar que por primera vez no quise que desaparezca. Entendí que lo había pedido y que tenía que enfrentarme al mensaje.
Gris es la presencia. Gris el conocimiento.
42 es el número.
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