viernes, 22 de enero de 2016

Malditos ojos.

Buscando la historia que anoche me suplicaba ser escrita (y a la cual ignore) encontré su maleficio. Lo había dejado preparado, escondido entre otros píxeles, sabiendo que al momento de encontrarlo lo iba a aspirar completo y mis órganos se iban a llenar de pesadez.
Bailó conmigo y me entregó el primer mensaje. Este es el segundo, y creo que está esperando que mande yo el mio. Un mensaje de súplica. Que me trague, que me corroa los huesos con su veneno y que me de todo el peso de la existencia. Y que no hay porque negarlo.

Vine a este mundo a sufrir como todos los demás. Fantásticos seres somos. Que encuentran un maleficio al cual aferrarse para seguir vivos. Que necesitan del sufrimiento para no caer en el aburrimiento de todos los días.

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